Vista Medina
Titulo
Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
Villa de las Ferias

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XV - ESTADO SOCIAL

148. - Elemento semítico.- 149. - Pueblo abierto, común y de contratación.- 150. - Cofradías gremiales.- 151. - Ordenananzas de algunos oficios.- 152. - Gremios y veedores.- 153. - Jornada y jornales.- 154. - Salarios y subsistencias.- 155. - Consumo y carne.- 156. - Huellas de miseria.- 157. - Rasgos de caridad.- 158. - Los eternos conflictos.- 159. - Precursores de la reforma social.-

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148. - Elementos semíticos.-

En la sociedad medinense el siglo XV era de consideración el elemento semítico. Judíos y moros desarrollaron desembarazosamente sus actividades en el campo de sus peculiares aptitudes. En 1490 eran judíos los arrendadores de las rentas del peso, de las alcabalas y de las joyas; y hebreos eran también sus fiadores. Como en las demás villas y ciudades de España vivían aquí confinados en su judería que se extendía desde la Mota hasta el río y el puente de San Llorente (Aguacaballos).

Del elemento arábigo han descubierto influencias los estudiosos del Arte en los restos de los monumentos que se conservan de aquél entonces, y en efecto, alarifes moros contrataron aquel año importantes obras. Por pregones públicos se hizo saber "a todos los oficiales albañiles de la cerca e puertas e torres... que se han de coronar redondas, esforzadas todas de ladrillo hasta arriba como los cimientos e pilares... e ansimesmo las almenas... con que todos los ladrillos sean del marco nuevo... e con que la cal sea un tercio de cal e dos de arena, e vaya la cal delgada en la labor del ladrillo... y revocado segundo quel zaguar de la Mota". Para hacer esta obra concursaron entre otros Gomar Pato y Abrain Lotar, moros vecinos de Ávila, maestros de albañilería, con sus oficiales Brayno Abagar y Ali de Bobadilla, moros vecinos de esta villa, los cuales, por ofrecer las condiciones más ventajosas, ajustaron la obra a razón de maravedí por ladrillo, todo a su costa.

Otro moro, Alí Valla Gur, se obligó a ser maestro alcaller de la villa "pa que faga vidriado en su taller", cobrando a razón de mil maravedises anuales y poniendo por fiadores a otros dos moros, también vecinos. No es raro encontrar, por otra parte, escrituras de censos y arriendos de tierras hechos por moros avecinados en Medina.

Aunque la estancia de los moriscos en Medina fue breve y efímera, debemos dejar aquí constancia de la misma. El 19 de noviembre de 1570 recibió nuestro corregidor una real Cédula en que se le ordenaba que se dispusiera a recibir en un lugar de su jurisdicción 500 moriscos granadinos para repartirlos por parroquias, pocos en cada una, ordenando que fuesen ocupados conforme a sus oficios, y que los mozos -muchachos y muchachas-- se pusiesen con amos, avisados de la obligación de adoctrinarlos y enseñarles sus respectivos oficios. Con efecto, el 13 de diciembre del mismo año, llegaron a Gomeznarro los 500 anunciados, bajo la guía y custodia del comisario D. Alonso de Sandoval, que hizo entrega al corregidor de la numerosa caravana que le había sido encomendada. La entrega fue un tanto macabra porque el día catorce dio fe el el escribano de que vio por vista de ojos a tres personas muertas, y el día siguiente, en camino para Medina, vio a otros tres, hijos de vecinos de Huejar, arbolitos tronchados por las nieblas y escarchas de Castilla, más inclemente que la suave y benigna vega granadina. Y la Parca cruelísima se cebó implacable en aquellos desventurados, porque en otra Real Cédula de 22 de marzo del año siguiente se pedía al corregidor una relación de los 1.300 que en sucesivas remesas habían llegado, pues "diz que es en marcha cantidad los que han muerto". Llegados a Medina, el corregidor se apresuró a darles aposento y alojamiento provisional en las casas particulares, cuidando especialmente de poner a los muchachos en casas de artesanos que pudieran enseñarles su oficio, y a las muchachas en las casas de caballeros y mercaderes. No tuvo en cuenta el corregidor la recomendación de distribuirlos por parroquias, muy diseminados; a caso por la circunstancia de ser personales las parroquias de la villa; quizá porque recibiera nueva orden. Lo cierto es que todos fueron agregados a la feligresía de San Pedro. (17 R.) Al partir, en su forzada emigración, no dejaron la mejor fama de hacendosos. Son muy pocas las alusiones encontradas, es verdad; Más en ellas es nota característica su afición al merodeo. En verano prefieren dedicarse al espigueo a enrolarse en las cuadrillas de segadores o agosteros. Este otoño gustan predilección de la rebusca en los majuelos y desdeñan las graves tareas de lagareros, coritos, vendimiadores... Sin embargo, algunos llegaron a enraizarse, pues el 25 de septiembre de 1610 es nombrado administrador de los bienes raices que dejaron los moriscos. Los que hubieron de abandonar Medina fueron 102 familias, sin contar a los del partido.

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149. - Pueblo abierto, común y de contratación.-

Concluyó Medina desde tiempos remotos, se lee en el acta de 29 de abril de 1598 "una behetría, libre y exenta por privilegio real..., pueblo abierto, común y de contratación del reino, al que han acudido gentes de muchas partes con sus casas y familias... sin distinción de estados", en el que, principalmente por gozar absolutamente todos sus individuos el fuero eclesiástico de patrimonialidad activa y pasiva, las clases más bajas tuvieron siempre un punto de contacto y una relación estrecha con las clases más elevadas. El menestral, no solamente podía sentarse en la iglesia al lado del noble más linajudo, compartía también con él la preeminente tarea de conferir, elegir y administrar a las juntas parroquiales, convocadas a campana tañida, donde todos tenían voz y voto. Por haberles de pedir su voto para las elecciones beneficiales, aún los menesterosos serían objeto de alguna especial consideración. Además, el caso de Simón Ruiz, mercader afortunado, que venido de fuera con algunos fardos de mercaderías, casa sucesivamente con dos damas linajudas y asciende triunfalmente las distintas gradas de la escala social, debió tener muchos precedentes, eliminando prejuicios y borrando las fronteras que establece la vanidad humana.

Si una pragmática del Rey D. Juan II declaró bajo y viles ciertos oficios, debió perder muy pronto en Medina su virtualidad, anticipándose, por el contrario, la práctica de la cédula del Consejo de Castilla que en 1783 declaraba que "todos los oficios son honestos y honrados: el uso de ellos no envilece la familia ni la persona del que los ejerce, ni inhabilita para obtener empleos. Solo causa vileza la ociosodad, la vagancia y el delito". Sin llegar por tanto a realizar el ideal cristiano --acaso eterno ideal y nunca realidad consolidada-- de que solo la virtud es noble, Medina dirigió sus pasos por esa senda de progreso desde tiempos muy remotos.

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150. - Cofradías gremiales.-

Las cofradías, hermandades constituidas por individuos pertenecientes al mismo oficio, estuvieron muy generalizadas, y no solamente atendieron a sus fines específico, espirituales y religiosos, sino también a otros de beneficencias y asistencia social, sosteniendo hospitales (1), y de reglamentación y perfeccionamiento de la artesanía.

Estuvieron constituídas, unas por maestros y otras por oficiales de los respectivos oficios; pero el 19 de julio de 1552 encontramos este acuerdo categórico: "Que las cofradías de oficiales se deshagan y no las haya. Que los dichos oficiales no tengan ni usen sus dichas cofradías". Es lástima que no consignaran la causa de tan fulminante disolución, para no dar lugar a la conjetura. ¿Razonarían dichas hermandades entre sí al chocar los intereses contrapuestos de sus miembros? Porque las distintas formas sociales, como accidentales, están sujetas a vastante variación a través de los tiempos; las pasiones humanas, en cambio, como esenciales, originan permanentemente los mismos conflictos. Aquellas cofradías de maestros y oficiales, como los sindicatos que la moderna terminología llama paralelos, representarías los intereses de clases y categorías en pugna, más o menos abiertas, y para evitarla y armonizar las conveniencias de todos, vino la disolución y la imposición de la cofradía única, que, apelando a la misma terminología, podríamos llamar vertical.

De estas cofradías gremiales emanaban las ordenanzas que regulaban los derechos de maestros y oficiales, y como preferente atención los del público, ya que el ideal patentemente acariciado era la perfección de la obra. Extractaremos algunas. V. Apéndice VI.

Una vez lleguemos hacer el enlace...

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151. - Ordenanzas de algunos oficios.-

El 27 de marzo de 1582 los veedores de cordonería, Esteban de Cereceda y Joseph Jiraldo, pidieron al Concejo la confirmación de sus ordenanzas, que ya venía rigiendo desde 1530, "por ser convenientes al servicio de Dios, bien de la república y loable ejercicio de nuestro oficio". Comenzaban por establecer que ningún cordonero pudiera tener tienda sin ser examinado por los veedores del oficio y declarado hábil, previa la solemnidad del juramento. Prescribían asimismo el examen previo al oficial que quisiera hacer obra alguna, so pena de dos libras de cera. Que nadie venda botones que tengan el filete de hilo, 0 "pasamanos de cualquier suerte de dos sedas o armados sobre hilo, porque lo uno es engaño e lo otro mancha la ropa sobre que se asienta por razón de que el hilo está labrado con aceite; que nadie labre con oro falso debajo y fino encima, o alamares, trenzas o botones de dos sedas o de sela e hiladillo... porque todo es falso y mal hecho; que nadie eche terciopelo o tafetán o cualquier otra seda sobre fieltro que está encolado o engomado por cuento es falso y destruye la seda y la mancha" Asimismo vedaban dar una seda por otra, conminando todas estas trasgresiones con pernas de mil maravedises, doblándola y triplicándola a los reincidentes. Todas las tiendas, maestros y oficiales quedaban sometidos a la visita de los veedores que se renovaban anualmente.

De las ordenanzas de los olleros promulgadas en 26 de marzo de 1582, copio lo que sigue: "Que el almagre con que se hace la obra, atento que también es barro, cuando se haya de poner sea antes de cocida, porque desta suerte se cuece todo junto y no es perjudicial ni se puede decir es falso... Cuando el dicho almagre se pusiere en la obra después de cocida, se declare por falso porque no está encorporado ni cocido con ella, y se quita y despega y quiebra luego... Que la obra esté bien cocida de forma que haga corazón en el mesmo casco de la obra... Que la obra cerrada, como barriles y botijas empegadas, tengan la pez por dentro en toda la obra, y la que solamente la tuviere en la boca sea falsa y se castigue...".

Seis maestros sombrereros comparecieron ante el Regimiento de 29 de enero de 1602 a pedir la aprobación de lasordenanzas que habían formulado, iniciándolas de aquesta solemne manera: "En el nombre de Dios y para su servicio, amén... que a principios de cada año no nombren por los señores justicia e regidores dos personas del dicho oficio que sean veedores y examinadores del, los cuales visiten todos los sobrereros y tiendas dellos, ansí cevinos como los que vinieren a vender... y los que ansí fuesen nombrados no lo vuelvan a ser hasta que todos los maestros examinados lo hayan sido por sus tandas. Los preceptos eran que la lana empleada fuese buena, fina y bien acabada., sin lastre ni matiz, que nadie, vecino o forastero, vendan sombreros sin presentarlos antes a los veedores para que hallándolos bien labrados, los pongan el sello que han de tener con las armas de la villa; que ni cordoneros ni gorreros hagan sobreros porque no es su oficio y sería obra ruin; que nadie utilice lana parda o blanca teñida de negro, so pena de ser quemada públicamente; que los forasteros sean examinados aunque dijeren estarlo ya en otras partes; que la persona a quien hubiere de exminar haya de examinarse en un sobrero de fraile francisco o de clérigo sobre bonete... y en sombrero de color, alto de copa de media libra de lana... Iten por cuanto en esta villa se ha perfeccionado y al presente se hace de la buena obra de sobreros que se hacen en el reino, porque vaya adelante y los oficiales lo hagan con más cuidado, que ningún oficial venda ningún sobrero sin que pongan en él su sello con su nombre o marca para que sea conocido por el tal nombre el maestro que lo hace... y desta manera cada oficial procure adelantar y aventajar a los otros...".

Como se ve, la primordial preocupación que embargaba el ánimo de aquellos buenos artesanos era perfeccionar la obra, evitar la adulteración, servir lealmente al público, siendo para ellos de un orden muy secundario los intereses de clase. Por excepción, en las ordenanzas promulgadas el 20 de marzo del mismo año de 1582 --que parece fue de revisión general-- por la cofradía de los maestros zapateros, se trasluce claramente ese interés: "Habiendo entendido los inconvenientes que resultan en que los maestros de la zapatería, ansí de obra prima y gruesa como asentadores, chapineros, aparejadores den a comer y cenar y cama y lavar la ropa a los oficiales que trabajan en sus casas por tareas, y como a causa de se lo dar es notorio y averiguado que hacen pocas veces la tarea entera... a cuya causa no hay tanta obra hecha como si acabasen sus tareas como deben, y los dichos maestros tienen ocupados sus caudales en cueros más tiempo de lo que ternían si acabasen las tareas pudiendo acabarlas muy bien..., y se encarece el calzado y es causa de que holgado quieran ganar de comer, de lo cual fue dado noticia a esta villa por el mayordomo y cofrades de la cofradía de maestros zapateros para que se remediase...". Seguidamente viene la ordenanza aprobada, en virtud de la cual se suprimía la manutención de los oficiales por cuenta de los maestros, y en su lugar les abonaría 40 maravedises por cada tarea "demás del sueldo que entre sí tienen de costumbre dar..." (2).

En ninguna de las ordenanzas registradas se hace mención de los aprendices, pero éste era el grado ínfimo en la escala de la artesanía, el noviciado de los gremios a que derivaron las cofradías.

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152. - Gremios y veedores.-

De los siguientes gremios nombraba anualmente nuestro Ayuntamiento veedores, encargados de reconocer si las obras de sus respectivos gremios se hacían en conformidad con la ordenanza y de examinar a los candidatos que querían ascender de un grado a otro: mercaderes, cereros, confiteros, cerrajeros, tejeros, cuberos, tejedores de lienzo, chapuceros, herreros, carpinteros, pasteleros, zurradores, tintoreros, boteros, caldereros, alfareros, sombrereros, guarnicioneros, zapateros, carreteros... En cada gremio había las tres enunciadas categorías de individuos: aprendices, que no ganaban salario pero ordinariamente eran alimentados y vestidos por sus maestros; oficiales, que trabajaban a sueldo y nunca por cuenta propia, y maestros, que tenían un establecimiento propio con oficiales y aprendices. En general, tanto para ser admitidos por aprendices como para pasar de una categoría a otra, era preciso salir airosos de ciertas pruebas o exámenes. La agremiación era obligatoria: sin pertenecer algún gremio no se podía trabajar, si bien este rigor fue debilitándose, como lo demandaban estas palabras (13 de abril de 1660): "...atento a que en esta villa hay muchas personas que no entran en gremio y para saber los que son se ha hecho lista por calles..."

Cuando un oficial quería pasar la categoría de maestro, dirigía petición al corregidor, asegurando en ella haber practicado el oficio en tal taller y durante tanto tiempo. El corregidor mandaba llamar a los examinadores, los cuales en su presencia y previo juramento, examinaban al pretendiente, sujetándose al programa declarado por la ordenanza, y superada la prueba, el escribano le despachaba el título (3).

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153. - Jornada y jornales.-

Referente a las condiciones y circunstancias del trabajo no faltan algunos datos de interés. Tenemos uno fehaciente relativo al salario de un jornalero en las postrimerías del siglo XV. Dice Ossorio, pág. 145, que los obreros que trabajaron en la cava o traída de agua del Adaja, ganaban de 14 a 16 maravedises diarios.

Del libro de cuentas que llevaba el licenciado Cuellar, ilustre medinense que funcionó de corregidor en Plasencia por el año 1528 y fundó la capilla del Descendimiento de la Colegiata, donde se conserva tan precioso como enrevesado manuscrito, consta que un peón de albañil ganaba, después de la guerra de las Comunidades, 30 mrs. diarios. Su mozo de espuelas se concertó en servirle por cinco reales y mantenido. Su amanuense ganaba seis reales al mes y el mantenimiento, justipreciado en 17 mrs. que había de añadirle cada día que le mandase fuera. El paje de cámara se obligó a servirle "en aquellas cosas que debe servir un hombre de pro" por diez reales y el mantenimiento.

De mediados del siglo XVI tenemos otro documeto muy terminante. El regidor Domingo de Castañeda dirigía al Rey, en 1552, una petición referente "al gran desorden que hay en esta villa y su tierra, que acaescía muchas veces quedarse los panes por los campos y dejarlos perder sus dueños en razón que los segadores querían llevar más subido precio que montaba el pan..., y lo mismo se oía referente a las viñas y otras labores, e nos suplicó por merced mandásemos dar nuestra provisión..." Esta Real Provisión mandó que se guardasen las leyes del Reino, y en su cumplimiento mandaron los regidores "que de aquí adelante todos obreros jornaleros, albañiles, carpinteros, yeseros e todas las otras personas que salen a ganar su jornal... salgan a la plaza a la hora que por ley destos reinos está mandado, ques cuando quebrare el alba, e salgan a trabajar luego que saliere el sol, e alcen de obras a lahora que pudieren llegar a su casa a la puesta de sol... Otrosí mandaron quel precio de los hombres que fueren alquilados para segar, lleven dos reales e medio, sin darles de comer ni cenar ni almorzar ni merendar ni beber... e dándoles mantenimiento lleven real y medio... y las mujeres que ansí fuesen alquiladas pa el dicho efecto de segar sea el precio la mitad...".

Continuaron los regidores justipreciando el jornal de los demás obreros y fijaron los siguientes: vendimiadores, 25 mrs. los hombres y 20 las mujeres y muchachos, con que no puedan llevar uvas; lagareros, real y mantenido 60 mrs.; cavadores y podadores, real y mantenimiento o 45 mrs. (La manutención, pues, del segador, del lagarero y del cavador se justipreciaba en 34, en 30 y en 11 mrs. respectivamente); sarmenteras (mujeres que iban delante del arado levantando los sarmientos), 20 mrs.; otros jornaleros, de Pentecostés a San Miguel, 45 mrs. y el resto del año un real; carpinteros y albañiles (maestros) de marzo a octubre, dos reales y medio, y el resto del año dos reales; los oficiales ganaban medio real menos que los maestros. Terminaban las ordenanzas prescribiendo que el lugar de reunión de los obreros por la mañana sería ante San Juan del Azogue, conforme a la costumbre (4).

Somos los humanos olvidadizos y necesitamos que nos recuerden con frecuencia el deber. Habían transcurrido 22 años de las ordenanzas de 1552 y el 12 de enero de 1574 maestros regidores confirieron y acordaron lo que sigue: "Los jornaleros y otras personas que salen al campo andan en muy caros y excesivos precios y salarios, y trabajan muy poco, porque de invierno son las nueve cuando comienzan a trabajar y salir al campo, y de verano van a más de las ocho, y porque esto es en gran daño desta república e vecinos della en general y particular, para remediar esto acordaron que se pregone que los tales salgan y comiencen a trabajar a las siete en verano y de invierno a las ocho. Y porque antiguamente en la iglesia de San Miguel se tañía una campana para que los dichos trabajadores saliesen a trabajar, se acordó que desde el once de febrero, el sacristán de San Miguel taña desde las siete y media hasta las ocho hasta abril, y desde abril hasta noviembre desde las seis y media lasta las siete...".

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154. - Salarios y subsistencias.-

Comparando los 15 mrs. ganados por los cavadores del canal a finales del siglo XV con los 45 señalados a los simples jornaleros de 1552 hallamos que en medio siglo el jornal se había triplicado. Esta tan importante mejora ¿era efectiva o solo aparente?.

Si no tenemos en cuenta el poder adquisitivo del dinero, las cifras de maravedises no nos dicen nada. Por esta razón, la busca y captura de salarios y precios de subsistencia a sido obsesión del autor, en alguna parte satisfecha. De los salarios ha de prestarse preferente atención a los ínfimos, por afectar al mayor número de obreros; y de las subsistencias, el precio de la carne que cuando se está al alcance de los trabajadores más humildes, no se puede hablar de justicia ni de bienestar.

Veremos ahora como la progresión de salarios quedó rezagada respecto al precio de las subsistencias y por tanto que no hubo mejoramiento efectivo. Es cierto que el peón de albañil de los años siguientes a las Comunidades, con sus 30 mrs. de jornal, pudo comprar dos celemines y medio de trigo (550 la carga), y 14 libras de pan; con 40 mrs. un par de zapatosde cordobán y con el jornal de siete días un capote; todo conforme a las cuentas del mencionado Cuéllar. Pero la diferencia entre el jornal y los trabajadores de la cava y el de los jornaleros de 1552 es considerable a favor de los primeros. En efecto: la postura de carne de vaca en 1490 fue de cinco blancas la libra, o de dos mrs. y medio. Luego los que trabajaron en la cava podían comprar seis libras del plato suculento. La postura del año 1552 fue de ocho mrs. no alcanzando, por tanto, los 45 mrs. de jornal más que a 5,62 libras. Luego el salario aparentemente triplicado, había en realidad disminuído.

Y en una lastimosa progresión decreciente continuaron estos salarios mínimos, a juzgar por los datos encontrados. Los obreros que trabajaron en la construcción del nuevo Ayuntamiento en 1658, cobraron dos reales y medio, que a razón de 18 mrs. --postura de aquel año-- equivalían a4,72 libras, o 2,17 kilos. En reparos hechos en la cárcel el año 1714, se pagaron seis reales al maestro, cuatro a los oficiales y dos y medio a los peones. El salario de éstos solo alcanzó a 3,27 libras o kilo y medio, porque la carne había subido a 26 mrs. Los jornaleros de las obras del Cuartel, en 1794, ya ganaban tres reales, pero como la libra de la vaca se pagaba a 48 mrs. había de conformarse con llevar al puchero familiar 2,13 libras, bastante menos de la mitad del jornal de los obreros de la cava tres siglos antes. El regreso había sido considerable (5).

Otro cómputo, acaso más deprimente, podemos hacer tomando como base el salario de los más modestos funcionarios municipales, de aquellos que no pueden fácilmente redondear el sueldo con otras adehalas. Tal es el caso del guarda de los pinares. Este fiel custodio de la riqueza forestal ganaba, en la segunda mitad del siglo XVI, el salario anual de 6.000 mrs. o dieciséis y medio diarios; jornal ciertamente mezquino comparado con el de 45 y más que hemos considerado anteriormente y cuya razón suficiente no debe ser otra que el carácter fijo que aquél tenía, mientras que estos otros eran eventuales, máxime en aquellos tiempos de fiestas y jolgorios a troche y moche: pasaban de cien, particularmente en los siglos XVII y XVIII. Lo sorprendente del casoes que tal salario de 6.000 mrs. concedidos al guardia forestal,permaneció estacionado durante muchos años, al paso que el precio de la carne --lo mismo que los demás mantenimientos-- subió paulatina pero incesantemente. En 1718 ganaba ya 600 reales, suficientes para comprar 467 kg. de carne; pero en 1754 todavía permanecía con igual sueldo, con un poder adquisitivo de 247 kg. ¡No era envidiable su canonjía!

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155. - Consumo y carne.-

Hemos visto hasta qué grado fue asequible a la clase trabajadora, en las distintas épocas, la adquisición de carne con el producto de su trabajo, bien entendido que en la décimo sexta centuria se consideraba a la carne de vaca como el mantenimiento peculiar de los pobres, si creemos al regidor, que el 26 de enero de 1593 pedía se le quitase la sisa "por ser el servicio de carne de vaca muy particular de pobres y ser necesario que continúe al alcance dellos".

Ahora veremos la cuantía del consumo de este sustancial mantenimiento. No he visto daros referentes al siglo XVI, presumiendo que habrían acusado un saldo muy favorable para los que en él vivieron. Respecto a las dos centurias siguientes, los datos son abundantes y precisos. La precisión obedecía a que el consumo de carne estaba casi siempre afectado por la sisa, y el fiel romanero daba semanalmente sus certificaciones o hijuelas de las cantidades pesadas en las carnicerías, que después contrastaban escrupulosamente comisarios y recaudadores. La información, pues, es irrecusable por lo que hace a las cantidades de cerne consumidas. Respecto al vecindario consumidor, me atengo exclusivamente a los empadronamientos que hacían los regidores casa hita, como decían, expresando calle por calle, obedeciendo Reales Crédulas. Como el número de vecinos no nos resuelve el problema, sino el de habitantes, para hallar éste con alguna aproximación multiplicamos aquel por cinco, bien persuadidos de que estaríamos más cerca de la verdad haciéndolo por cuatro. Confrontados unos y otros datos, reduciendo las libras a gramos y expresando las cantidades de cada línea, respectivamente, el año, el número de habitantes, el consumo total diario y el consumo diario por persona, tenemos este cuadro:

1626
5.970
438.150
73,4
Gramos

1648

4.590
327.658
71,4
"
1688
2.965
183.264
46,2
"
1720
2.385
224.911
94,3
"
1765
3.355
256.855
76,5
"

Los años precedentes han sido elegidos al azar, con el único propósito de que estuvieran algo distanciados entre sí y con la preferencia exclusiva de aquellos cuya contabilidad apareciera más clara y en correspondencia con un año de vecindario conocido. Si con estos datos a la vista tenemos presente que el consumo diario por habitante en el quinquenio 1931-35 fue solamente de 36,8 gramos, concluiremos que aquellos lejanos antepasados comieron más carne que nosotros. Esta conclusión queda corroborada conel hecho de que Simón Ruiz asignara a los capellanes de su hospital una ración diaria de libra y media de carne (690 gramos)

Otro dato significativo: El consumo de cerne en la cuaresma bajaba a menos de la tercera parte que en las otras semanas.

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156. - Huellas de miseria.-

Quedan referidas algunas quejas expresas en el Ayuntamiento sobre excesivos salarios o cortas jornadas. En cambio no he encontradolamentaciones que formularan los asalariados o jornaleros --exceptuando las peticiones formuladas por los propios funcionarios municipales-- acaso porque los procuradores generales, que eran los que llevaban la voz de los humildes, cuyos derechos juraban amparar y defender, no recogieron esas quejas que muchas veces serían sobradamente justificadas.

En auxilio de los pobres menesterosos sí que levantaron su voz con frecuencia, y es de advertir que, aún en los años de encubrimiento y opulencia, atraídos precisamente por el afán de recoger las migajas de los banquetes o las limosnas de los adinerados, no faltaron contingentes de pobres miserables. "Por cuanto en esta villa (se lee en un auto de 2 de mayo de 1572), hay muchos pobres, ansí hombres como mujeres y niños mendigando de puerta en puerta, algunos llegando a tiñosos y de otros males contagiosos de que podrían causarse algunas enfermedades y lo que peor es que muchos son forasteros, acordaron que el domingo, a las dos de la tarde, todos los dichos pobres mendigos se junten en el palacio del Rey, y en la plaza mayor desta villa, para que allí se les dé orden de manera que han de pedir... y se comete a Simón Ruiz y Juan de Mercado".

"El padre rector de la Compañía de Jesús /14 de junio de 1575) da cuenta de los muchos pobres que hay en esta villa forasteros que vienen de paso y que muchos están con calenturas y otras enfermedades y mueren de hambre, a demandar que si no se curasen los enfermos, se podía causar alguna enfermedad contagiosa de que esta villa y vecinos recibiese notable daño, y dichos pobres son asturianos y gallegos, y porque conviene remediar esto y ver laorden que se podría tener en recogerlos y darles de comer...".

"Dijeron (20 de septiembre de 1589) que por cuanto la enfermedad del catarro que en esta villa ha habido, que como era notorio había atacado a todo el Reino, había heho tanto estrago en los pobres... que por experiencia se había visto eran los dichos pobres los que habían muerto y morían y estaban enfermos, sin tener refugio de médicos que los curasen, no medicinas que les dar, ni tenían que comer ni camas..., y esto pasase adelante era de temer mayor y más grave enfermedad, y porque era justo que esta villa lo remediase..." (6).

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157. - Rasgos de caridad.-

Al lado es de estas huellas de miseria que contristan el ánimo, hay rasgos de caridad,, de muchos por desgracia, que le enternecen. El 19 de febrero de 1490 mandaron "dar a los pobres questan en los hospitales desta villa XXX gallinas que costaron XXII reales y medio, e más ocho reales para carnero (70 libras) e dos reales e medio para vino, e mandaron dar a los pobres que se suelen poner en los soportales a cuatro reales a cada uno". En 22 de mayo de 1576 tienen la delicadeza de acordar "que se ayude con algún vino fino a los pobres del hospital". La verdadera caridad atiende a los extraños con igual benevolencia que a los de casa, y en verdad de esto, el 6 de junio de 1573 tomaron el laudabilísimo acuerdo de socorrer a los pueblos asturianos que atravesaban una fase de extremada penuria, con cien cargas de trigo. El mismo día tomaba el Cabildo Mayor el acuerdo de socorrer a los mismos indigentes con trescientos reales.

Fuera da estos recursos extraordinarios aplicados a conjurar situaciones excepcionalmente graves, consagraban de un modo habitual el alivio de los pobres. las siguientes cantidades: veinticuatro cargas de trigo a cada uno de los hospitales de las Budas y del Amparo; seis al de San Lázaro, quince a la cofradía de la Caridad, institución semejante a la Conferencia de San Vicente, que remediaba muchas necesidades, particularmente de los pobres, "envergonzantes que se han visto en aumento de hacienda y al presente no la tienen"; dieciséis a los pobres de la cárcel, y 150 cargas más a los pobres individuales socorridos por parroquias. Esto, naturalmente, en los tiempos de bienandanza y holgura. Cuando Medina se despeñó a la situación de quiebra y empeño en que permaneció, con intervalos bonancibles, por espacio de dos siglos y medio, todo si haber fue para satisfacer a los acreedores, levantar las pesadas cargas del Estado y atender los indispensables servicios municipales, considerando como tal, de modo inexcusable, el capítulo de fiestas y regocijos. Entonces los pobres inmigrantes se tornaron emigrantes.

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158. - Los eternos conflictos.-

Los conflictos sociales que han dado carácter a nuestra época y a las causas que lo motivan, tuvieron ya, como no podía menos, sus manifestaciones en los tiempos que venimos estudiando, aunque sin revestir, claro está, la extremada gravedad de que hemos sido testigos. algunos hechos lo evidenciarán.

el 18 de marzo de 1574 denuncia un regidor que los pasteleros compran todo el fresco, ansarones, palominos, conejos, ternera..., que viene a la plaza, para empanarlo y venderlo en recatonería, quedando desabastecidos los vecinos, sino es por mano de los pastemeros "que a capa cerrada los venden o como quieren, y porque esto es endino de esta república, acordaron que agora y para siempre jamás, los pasteleros no sean osados de empanar ningún género de pescado ni carne, si no fuera loque cada uno les diera a empanar...".

En 30 de mayo de 1616 el corregidor y comisario proveyeron auto imponiendo a los confiteros la sisa de una blanca en libra, obligándoles a llevar libro de cuenta y razón con indicación de cantidad, precio y contador. Al serles notificado dicho auto, lo desacatan, se juntan el cabildo los cofrades, y se obligan ante escribano a cerrar las tiendas y a no regalar por más tiempo a los golosos, mientras esté en vigor elauto protestado. Tan resuelta actitud provocó un escándalo mayúsculo y elcorregidor prometió castigar la osadía de los almibarados huelguistas.

Está visto que la humanidad viene dando los mismos tropezones desde hace muchísimo tiempo.

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159. - Precursores de la reforma social.-

Las reformas sociales que en el siglo actual tanto han dignificado el trabajo y tanto ennoblecido y favorecido a los trabajadores, eran entonces únicamente atisbos de almas generosas, sinceramente cristianas, y resoluciones circunstancialesde conciencias delicadas, que por desgracia han estado siempre en lamentable miniría frente a los egoístas y despiadados. No hay que buscar, pues, en los cartapacios antiguos ordenanzas que regulasen el modo de reparar un accidente fortuito, de prevenir el infortunio con el subsidio y de aliviar una invalidez. Quedaba todo el arbitrio de la caridad que no siempre, ni mucho menos, remediaba las necesidades y reparaba las injusticias,, De algunos acuerdos inspirados en estos humanitarios sentimientos sí ha quedado constancia. Por ejemplo:

En 21 de marzo de 1676 acuerdan socorrer con 50 ducados a la viuda del escribano municipal, que murió tan pobre que sus colegas hubieron de sufragar, por caridad, los gastos del entierro.

Mayor generosidad mostraron en una segunda ocasión ocurrida dentro del mismo año, 5 de diciembre. El contador dimite su cargo en ocasión a estar enfermo, tener mucha edad y faltarle la vista, y la villa acuerda jubilarle "con los mismos honores y salarios que gozaba en ejercicio, por ser cierta la causa que representa y lo mucho que la ha servido".

Ya que no el rigor de la ley se ve que el llamamiento de su conciencia cristiana estimulaba a los regidores y generalizar tan plausibles acuerdos, porque en 1689 comprendieron a los jubilados entre los beneficiarios de los lutos por la muerte de la reina Dª María Luisa de Orleans. Luego la jubilación no eraun caso enteramente excepcional.

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(1) - Algunos si no todos los antiguos hospitales: de los Compañeros, de los Palmeros, de San pedro de los Arcos, de San Blas, del Castillo... fueron originariamente órganos de estas cofradías.

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(2) - La cofradía que precedió al gremio y le dio ser fue que el tiempo quedando relegada, como se justifica por la petición que el gremio de zapateros elevó al Ayuntamiento el 11 de enero de 1701 para que no nombrara veedor que no fuera cofrade de la de San Crispín, pues "en faltándole esta regalía que hubiera quien se sentara por cofrade ni quien le sirviera y absolutamente se perdiera".

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(3) - Examen y título de un zurrador. "El lic. Pedro de Vergara, teniente de corregidor en la villa de Medina del Campo por S. M. a los señores corregidores asistentes, gobernadores, alcaldes de todas las ciudades, villas y lugares destos reinos y señoríos ante quien esta mi carta peresciere, y della fuere pedido cumplimiento de justicia, a cada uno de vs. ms. en su jurisdicción insolidum o su lugartenientes en el dicho oficio, haga saber: que ante mi peresció Roque Velasco, zurrador vecino desta villa, que es un hombre de de mediano cuerpo, lampiño, moreno de rostro, dehasta veinticuatro años, y me hizo relación diciendo que él había usado y ejercido el dicho oficio de zurradorde mucho tiempo a esta parte en esta villa y otra parte como maestros zurradores examinados, y él se quería examinar, pidió mandamiento para ello y se le mandé dar y en su cumplimiento los veedores y examinadores desta villa del dicho oficio le examinaron como paresció de los autos que sobre ello pasaron que son de tenor siguiente:

En la villa de Medina del Campo a veinte días del mes de febrero del año del nascimiento de ntro. Salvador de mil e seiscientos e diez años, ante el dicho sr. lic. don Pedro de Vergara y ante mí el dicho escribano, parescieron los dichos Miguel Bravo y Bartolomé del Campillo, zurradores vecinos desta villa, nombrados por el Ayuntamiento della por este presente año, a quien yo el dicho escribano doy fe les conozco y que son tales examinadores y debajo de juramento que primero hicieron por Dios ntro. Señor e forma de derecho: dijeron que ellos, en cumplimiento de dicho mandamiento que les fue notificado, han examinado a Roque de Velasco, zurrador, vecino desta dicha villa, y hecholelas preguntas e repreguntas tocantes o pertenescientes al dicho oficio, a las cuales ha respondido bien y cumplidamente de manera que puede usar y ejercer el dicho oficio de zurrador en lo tocante a derezar badanas repasadas, badanas entresueltas y cueros de en ves y cueros colorados y cueros de zapatos y cueros entre sueltos y limonados, naranjados, leonados, becerros de lustre y pasados y de baqueta, y todo lo demás perteneciente al dicho oficio enteramente, sin excetar ni reservar cosa alguna, que en todo le ha hallado hábil y sufiente de ello, se le puede dar carta de examen en forma para que le pueda usar y tener tienda, oficiales y aprendices como maestro examinado, y declararon que el dicho examen ha hecho bien e fielmente so cargo de su juramento en que se ratificaron. Y lo firmó el que supo por sí y su compañero. Miguel Bravo, Ante mí Fº. de la Cámara.

Y conforma a la dicha declaración suso incorporada, me pidió le mandase dar carta de examen, e yo se lo mandé dar y dí que es la presente por la cual, de parte de S. M. requiero y exhorto a vs. ms. y de la mía ruego y encargo que pareciendo el dicho Roque de Velasco y presentado esta mí carta, la aceten y en su cumplimiento le hayan e tengan por tal maestro examinado en el dicho oficio de zurrador y como a tal le dejen y consientan que le pueda usar y ejercer e tener tienda, oficiales y aprendices en todas las cosas y casos contenidos y declarados en la dicha declaración y conforme a ella, libremente, sin le poner embargo ni impedimento alguno, antes que le sean guardadas las honras y libertades que a semejantes maestros les deben ser guardadas, que en ello ansí mandar proveer administrarán justicia y yo haré al tanto cada que las suyas vez, ellas mediante. De que mande dar y dí la presente firmada de mí y del presente escribano y signada de su signo, sellada por el sello y armas desta villa. fecho en ella veinte de hebrero de mil y seiscientos diez. (firmas)

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(4) - La plaza existente ante dicha iglesia del San Juan del Azogue (4R) fue donde se celebró el primitivo mercado antes de extenderse la población a la izquierda del río; por lo que la costumbre de reunirse allí los desocupados prevaleció hasta que desaparecieron iglesia y plaza.

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(5) - Con haber sido Medina pueblo esencialmente vinícola, rara vez consta --y esto en obras hechas en las iglesias-- que se diera a los obreros vino. Por excepción, en diciembre de 1777 los obreros dedicados a recoger y almacenar nieve, cobraron veintiún cuartos, o dos reales y medio; pero sin dura para recuperar calorías perdidas en tan crudos menesteres les ayudaban con cuatro cuartillos de vino que entonces se vendía a ocho mrs. y medio.

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(6) - Curiosa y reveladora fue la providencia tomada el 6 de junio de 1650 para evitar que vagabundos y haraganes quitaran limosnas a los verdaderos pobres. "Que se dé a estos como señal un rosario con las armas de la villa y a los otros se les haga trabajar". Los pobres de entonces ofrendaban oraciones a cambio de limosnas, recorriendo las cuentas del rosario.

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